La discriminación laboral por motivos de edad se extiende de forma preocupante a otros ámbitos sociales.

La discriminación de las personas mayores por razones de edad se está convirtiendo en un factor de exclusión comparable al racismo o al sexismo, pero, a diferencia de estos, la menor conciencia social en los afectados hace que se extienda sin apenas resistencia. Al contrario, a medida que se consolida la cultura del rendimiento, que entroniza la productividad como clave en la valoración de las personas, cada vez más ciudadanos se ven privados de poder realizar trabajos y actividades para los que están capacitados. Esto ocurre por un prejuicio que toma la edad como referencia, ignorando la gran variabilidad individual que existe en cualquier segmento de población.

Que a partir de los 50 años sea mucho más difícil encontrar trabajo es una manifestación clara de edadismo y significa que esa discriminación se ha normalizado como algo natural en el mundo laboral […] Los mayores tuvieron que enviar una media de 26 currículos para ser invitadas a una entrevista, mientras que en los jóvenes necesitaron 13. A los rechazados por edad ni siquiera se les da la oportunidad de demostrar si están capacitados […]

La discriminación por edad afecta al conjunto de la sociedad porque impide aprovechar la energía y la creatividad de los excluidos, pero también a la salud física y mental de los afectados. La discriminación genera aislamiento social y sentimiento de rechazo, empeora la calidad de vida y puede provocar incluso muertes prematuras en la medida en que la falta de vínculos sociales crea inseguridad y reduce en algunas personas el deseo de cuidarse y vivir. Es preciso fomentar la conciencia social sobre este problema, evitar el lenguaje que infantiliza a las personas mayores y aplicar políticas activas de vigilancia contra cualquier tipo de discriminación […]

Extractos de la Editorial de El Pais del 12 de Enero de 2024

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