Hace años el Defensor del Pueblo Andaluz tramitó la queja de una mujer a la que por tener más de 60 años se le impidió inscribirse en un polideportivo. Aquello fue noticia y motivo de escándalo. Queríamos creer que esos actos crudos de discriminación eran cosas del pasado…
Ni mucho menos. A través de la denuncia de una colaboradora de esta Plataforma, estamos averiguando que ese tipo de discriminación sigue siendo práctica habitual en muchos polideportivos de Madrid. No lo es, sin embargo, en ningún gimnasio privado, cuya supervivencia depende de tratar bien a los clientes, no de impedirles que se inscriban. En España, como hemos venido denunciando desde la creación de esta Plataforma, el Estado y las instituciones públicas en general fomentan y promueven la discriminación por edad mediante normativas y regulaciones de todo tipo. Este es un buen ejemplo.
A M. J. C., médico neuróloga de la Seguridad Social recién jubilada, se le ha impedido apuntarse a clases colectivas de pilates en los repetidos intentos que ha hecho, solo por su edad. Se le ha informado de que su única opción es apuntarse a unos grupos de actividades “para la tercera edad”. Dichos grupos tienen en algunos casos unos horarios muy intempestivos -muy temprano por la mañana- de modo que los “mayores” no se mezclen con el resto de los usuarios, Tanto en el caso de pilates como de otras actividades, las clases para la «tercera edad» son extremadamente restringidas. En el caso concreto de pilates, los mayores de 65 años solamente pueden inscribirse en un grupo para la «tercera edad» -un solo grupo- que se reúne únicamente una vez por semana, pese a que hay otros diez grupos de pilates «para jóvenes y adultos» (de los que están excluídas las personas consideradas de «tercera edad»), que se reúnen, como es normal, varias veces por semana, y en los que, como hemos señalado, se prohíbe participar a mayores de 65 años.
Quede claro: en los grupos normales de pilates (para «jóvenes y adultos») no se permite la participación de miembros de la «tercera edad.» Además, dada la situación, para poder participar en ese grupo para la «tercera edad» -insistimos, única opción que se deja a los mayores de 65 años- hay una lista de espera de varias decenas de personas, a las que se les prohíbe participar en los grupos de adultos. No solo eso sino que quienes se inscriben en ese grupo especial para la «tercera edad» deben hacerlo por el curso completo. Es decir, no tienen la opción de inscribirse pagando los meses en que quieran asistir. Se les exige, además, pasar una evaluación física (que lleva a cabo un monitor, no xabemos con qué cualificaciones) para poder participar. Imaginemos a un monitor de pilates haciendo una evaluación de un médico para ver si le autoriza a asistir a clase.
Tras pedir M.J.C. una aclaración sobre esta política a la dirección del polideportivo, se le ha informado de que obedece al decreto de la titular del Área Delegada de Deporte del Ayuntamiento de Madrid. En dicho decreto se establecen categorías según grupos de edad: Jóvenes y adultos por una parte, y «mayores» (65+) por otra, separando las actividades en que pueden participar unos y otros, con restricciones especiales para estos últimos, y todo redactado en un lenguaje que revela un prejuicio inaceptable.
Que esto se pueda tolerar en un centro público es indignante. Faltan palabras para describirlo. Estamos en un país en que se practica un apartheid encubierto hacia las personas de edad, sin que ninguna institución haga, ni quiera hacer, nada para evitarlo. Estamos indefensos ante unas personas que con su prejuicio e ignorancia imponen reglas que son propias de sistemas políticos de triste recuerdo.
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