«Según los últimos estudios, la esperanza de vida en Euskadi es una de las más altas del mundo, tan solo superada por la de Japón. Sin embargo, su tasa de natalidad también es una de las más bajas. Aun así, no debemos ver el envejecimiento de nuestra sociedad como un problema, sino como una oportunidad para la innovación». Son palabras de Txema Villate, director general de Innobasque, quien el pasado 29 de enero participó junto a otros expertos en la jornada ‘La gestión de la edad en las organizaciones de Euskadi’, organizada por la Agencia Vasca de la Innovación. Estas son las principales conclusiones extraídas de aquel encuentro:

Partiendo de la base de que «la vasca es una sociedad cada vez más envejecida», Gotzon Bernaola -director de programas de Innobasque- aclaró que «en Euskadi no hay ninguna empresa que gestione la edad» como fenómeno multidimensional, y ofreció un dato que invita a reflexionar: «La edad es el mayor factor de discriminación en el trabajo por delante del género y la etnia».

Por su parte, Sarah Copsey, gerente de proyectos en la Agencia Europea para la Seguridad y la Salud en el Trabajo, explicó que «durante las próximas décadas, al aumentar el número de años que los trabajadores europeos tendrán que trabajar, también aumentarán los riesgos laborales y sanitarios a los que estarán expuestos». Ya hoy en día, «la mitad de los trabajadores de entre 55 y 64 años abandonan su empleo antes por problemas de salud, ocasionando un gran gasto para las arcas públicas».

Desmentir mitos y prejuicios:
En efecto, «los problemas en la capacidad funcional de las personas suelen aparecer a partir de los 45-50 años, pero existen muchas variaciones, ya que el grupo de los trabajadores mayores no es en absoluto homogéneo». Por eso, «las empresas y organizaciones deben tener en cuenta aspectos como el género y las aptitudes exigidas para cada puesto de trabajo, y adaptarse a ello».

Asimismo, Copsey desmintió algunos mitos como que «los trabajadores séniores están más tiempo de baja, sufren más accidentes y son menos productivos». Frente a esto, quiso destacar que «son más leales, tienen más experiencia y conocimientos, y gracias a su disciplina y ética de trabajo compensan las posibles pérdidas de rendimiento».

Jon Bilbao, director de relaciones laborales de Confebask, también hizo hincapié en «la necesidad de flexibilizar las formas y métodos de trabajo de las personas mayores, puesto que éstas no quieren ni necesitan trabajar como los jóvenes». En su opinión, «es díficil superar los prejuicios contra los trabajadores mayores en las empresas, ya que las mismas no son más que el reflejo de nuestro contexto social, que está marcado por los cánones de la juventud».

Campañas de sensibilización:
La secretaria de Igualdad e Internacional en la Comisión Ejecutiva de UGT-Euskadi Emilia Málaga subrayó «la importancia de trasvasar la experiencia y el saber hacer de los trabajadores séniores a los más jóvenes», y reclamó «planes de gestión específicos» en este ámbito.

Por otra parte, pidió que «se realicen campañas de sensibilización para dar a conocer que los trabajadores mayores no son ninguna carga y pueden seguir trabajando y aportando a la Seguridad Social», y reclamó «un nuevo enfoque» en el área de la salud laboral y la prevención de riesgos. Además, abogó por impulsar «una sociedad efisaludable» en la que cada persona «se preocupa activamente por su propia salud, su nutrición y sus actividades físicas».

El presidente de Cidec Juan José de Andrés quiso destacar «los derechos de los trabajadores mayores emprendedores que quieran crear nuevos proyectos», y pidió «un reconocimiento para las empresas y organizaciones que gestionen la edad de manera eficaz y con una visión del siglo XXI». Y concluyó: «No debemos quedarnos en la gestión de la edad, sino de las personas».

Activos de gran experiencia (AGE):
Finalmente, Tomás Arrieta -profesor asociado de la Universidad Complutense de Madrid- destacó «el carácter vital de los trabajadores de más edad», a quienes definió como «activos de gran experiencia (AGE)». En su opinión, «los estereotipos respecto a la edad presentes en nuestra sociedad pertenecen al siglo XX. Sin embargo, el siglo XXI ha dado origen a una nueva aritmética vital, de la que se derivan tres segmentos o tercios en la vida laboral de las personas: de 25 a 40 años, de 40 a 55 años y de 55 a 70 años».

El último tercio «no está presente de la manera adecuada ni en nuestra mentalidad ni en la de las empresas, y esto es muy negativo porque los activos de los trabajadores séniores son de suma importancia para los que vienen por detrás». Por eso, «en un futuro inmediato será necesario cambiar esa percepción social e impulsar la motivación y la gestión eficaz de quienes se encuentren en ese tercer segmento de su vida laboral». Al fin y al cabo, «la gestión de la edad supone una oportunidad y una responsabilidad, y de ella se beneficiará toda la sociedad».

Fuente: www.vidasolidaria.com

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