Contrariamente a la falsa pero generalizada idea de que en el mundo gay cuando un hombre pasa de los 30 años ya es considerado “mayor” y sufre marginación, el hecho es que entre los hombres de orientación gay se observa mucha menos discriminación por edad que en el mundo hetero. En el mundo hetero es muy poco frecuente encontrar parejas en que la mujer sea mayor que el hombre. La discriminación por edad en ese ámbito es tan radical que, salvo excepciones poco frecuentes, el hombre rechazará como pareja a una mujer cinco o diez años mayor que él, y por lo general siempre tendrá puesta su vista en las más jóvenes.

En una pareja gay o lésbica, salvo cuando por casualidad ambos componentes tienen la misma edad, uno siempre será mayor que el otro, y lo habitual es que ambos en diferentes momentos de su vida hayan tenido relaciones con otros mayores y más jóvenes que ellos. No sólo eso, sino que es bastante común ver parejas del mismo sexo en las que hay una diferencia de edad importante entre los dos componentes. En el caso de famosa pareja que luchó de modo pionero por su derecho al matrimonio en 1987, uno de ellos tenía 19 años y el otro 38.

Con respecto al mundo gay específicamente, la idea de que el hombre gay se siente atraído únicamente por “efebos” es manifiestamente falsa y parece obedecer a una fantasía incipiente de tipo homosexual en el hombre heterosexual, a una transposición imaginaria de sus propios intereses a un mundo que desconoce, a una percepción selectiva de la realidad gay o a una combinación de ambas cosas. También obedece, en algunos casos, a determinados escritores y publicistas, gays no pocos de ellos, que se han autoerigido en petronios de pacotilla y árbitros de lo que se acepta como gay, que es sólo lo que a ellos les gusta. Se trata en todo caso de estereotipos, no de realidades.

Pese a ello, la discriminación por edad también está presente en el mundo LGTB, y viene potenciada desde el mundo hetero precisamente por la obsesión del hombre heterosexual con la persona joven como objeto de deseo. Esto es algo que se proyecta (y promueve) fuertemente en todo tipo de publicidad a la que el mundo LGTB está tan expuesto como los demás en su vida cotidiana, y que consecuentemente tiende a imitar..

La marginación por edad, cuando se da, es especialmente dura para el gay o para la lesbiana. En el mundo heterosexual se desarrollan relaciones (esposos, hijos…) con las que se puede compensar la marginación que conlleva frecuentemente la pérdida de juventud. En el caso de gays y lesbianas, casi siempre faltan esos soportes. Salvo que viva en una relación de pareja, el principal apoyo en el mundo LGTB termina siendo la red de amigos y conocidos. En un estudio llevado a cabo en EE.UU. se concluye que la discriminación por edad es a veces más dolorosa para los gays que la discriminación por orientación sexual.

La preocupación por la discriminación por edad y el daño que ocasiona en el mundo gay ha estado presente en el discurso radical desde la creación de los primeros frentes de liberación gay, inmediatamente después de los acontecimientos de Stonewall, y es una preocupación que se ha mantenido presente desde entonces, tanto en el movimiento LGTB norteamericano (testimonio de ellos son, por ejemplo, los encendidos discursos e Harvey Milk, el líder gay asesinado en San Francisco) como en todos los demás del mundo.

El texto que reproducimos a continuación es parte de un famoso artículo publicado en Gay Sunshine en 1972, en los albores mismos de movimiento de liberación gay. Después ha sido reproducido en muchas publicaciones. En él, su autor Ralph Schaffer, expresa su decepción por lo que ve como una herencia de la opresión y anuncia su decisión de desentenderse, por esa causa, del movimiento de liberación gay.

¿Me seguirás necesitando cuando tenga 64 años?

El movimiento de liberación gay ha avanzado mucho, tanto geográfica como intelectualmente. Los gays hemos tomado conciencia de nuestra opresión, y de diferentes maneras estamos luchando por mejorar nuestra situación. También estamos haciéndonos conscientes de nuestro propio racismo y de nuestras actitudes machistas hacia las mujeres y en las relaciones entre nosotros mismos […] En cientos de reuniones de grupos de liberación gay en cuatro ciudades diferentes yo he levantado mi voz para protestar por la idolización de la juventud en el mundo gay y la discriminación contra el gay de edad por parte tanto de jóvenes como de mayores […]

Creo que ha llegado la hora de que el movimiento de liberación gay haga frente a este problema de discriminación por la edad , porque de todas las basuras que arrastramos ésta es la más difícil de erradicar. Es trágico porque deja a la mitad de nuestra comunidad gay sintiéndose solitaria, desarraigada y marginada.

El culto a la juventud es la presunción de que la gente que ya no es joven es inferior. A los gays mayores se los desprecia como inferiores en apariencia, atractivo, inteligencia y capacidad para la relación sexual. Muchos de entre nosotros hemos aceptado sin darnos cuenta ese status de supuesta inferioridad y como consecuencia, no somos capaces de relacionarnos con otros hombres de nuestra misma edad […]

El joven que discrimina a los mayores está labrándose su propio futuro. Pero claro, el joven siente que nunca va a cumplir 33 años. Creedme, para cuando te quieres dar cuenta ya los has cumplido.

Después de haberme entregado en cuerpo y alma a la lucha por la liberación gay, he decidido dejarlo por completo. En el movimiento gay he conocido a más gente que en toda mi vida y nunca me he sentido más solo ¡Qué trágica paradoja para la liberación gay!

Los gustos individuales no son cambiables en lo sexual, es decir, no se puede obligar a nadie a que le guste una persona mayor, pero sí se puede combatir la discriminación sutil o manifiesta en ciertos establecimientos que discriminan por edad o aspecto, cuando se denuncia. Igualmente no hay que aceptar en silencio las afirmaciones de la publicidad y de los supuestos árbitros de elegancias atrabiliarias que reducen a los gays a una estrecha franja de 18 a 35 años, siempre que tengan cuerpos de gimnasio mejorados con anabolizantes, o simplemente con photoshop.

La libertad de expresión y los medios legales también existen para los que no están de acuerdo con esta reducción al absurdo de un grupo humano y por eso hay que criticar, demandar y desautorizar a los que en el fondo no hacen sino negar humanidad a la mayoría y reprimir de nuevo a un gran número de personas ya discriminadas previamente mediante complejos, sentimientos de inadecuación o clara exclusión en algunos casos.

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