«Cada edad tiene inconvenientes y ventajas desde el punto de vista laboral. Si no falla la salud, una persona madura compensa lo que pueda haber perdido de velocidad o agudeza sensorial con un mayor y mejor saber hacer que sólo se adquiere con la experiencia vital.

Si para ciertos trabajos no acrobáticos se exige la juventud como si fueran pruebas de atletismo no es buscando más agilidad sino menos conocimiento de los derechos laborales, es decir, mayor docilidad. En una sociedad como la nuestra , en que la vida se alarga y la salud está mejor protegida que nunca, no debe admitirse que una cifra en el DNI sea un obstáculo insalvable para ciertos empleos. A partir de la mayoría de edad, ni en el amor ni en el trabajo hay que preguntarle la edad a nadie para saber si debe gustarnos o no. Por ello,  quiero que sepáis que apoyo vuestra campaña contra la discriminación por edad.»

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