El folleto de una piscina privada en el municipio de Linares ha levantado todo tipo de críticas al ofrecer una oferta especial a ‘señoritas’ de edades comprendidas entre 18 y 28 años.
El precio para acceder a las instalaciones según el folleto es de 99,95 euros para jubilados, 84 para adultos, 69 para jóvenes, 48 para niños y 60 euros para señoritas como parte de su oferta especial de rebajas.
La asociación Acción Feminista de Linares ha denunciado el folleto por tratarse de publicidad sexista y formar parte de la llamada discriminación positiva que afecta a diferentes grupos sociales que han sido excluidos o discriminados históricamente por su condición minoritaria, vulnerable o social.
El citado colectivo se ha hecho eco en sus redes sociales denunciando a la empresa responsable a la instalación por ofrecer una «ventaja engañosa» que supone que, «si no pagas por un producto, entonces el producto eres tú».
«¿Por qué un empresario deja entrar pagando menos en su piscina a las «señoritas? Porque quiere atraer a los inversores: los hombres, que son los que pagan la entrada», han afirmado en su cuenta de Facebook. «Lo cierto es que las ‘vendidas’ somos nosotras: somos el reclamo, el cebo, el objeto expuesto para atraer a los hombres, conocedores del funcionamiento de este tipo de ‘publicidad’ donde se anuncia un producto muy jugoso: mujeres», denuncian.
El Ayuntamiento de la localidad, por su parte, también se ha pronunciado en contra de dicho reclamo y solicitará que sea retirado.
Fuente: CadenaSer.Com
Una piscina en Linares ofrece descuentos para mujeres de entre 18 y 28 años. Aunque no es nada nuevo (muchas discotecas y locales de fiesta de todo tipo hacen descuentos similares), el machismo es evidente y repulsivo. Las intenciones del anuncio son clarísimas. Pero no es solo machismo lo que hay en dicho anuncio. Hay discriminación por edad. El anuncio contiene otros precios especiales para diferentes grupos de edad: jubilados, adultos, niños, y jóvenes.
Sobre los descuentos a jubilados, el planteamiento de esta Plataforma es que dichos descuentos no constituyen discriminación, sino compensación reconocimiento por lo que esas personas han entregado a la sociedad a lo largo de muchos años. Es, por así decir, una extensión de su pensión de jubilación (y si no la tienen, con más razón aún).
Por lo que e refiere a los niños, el niño, a nivel económico funciona como una extensión del adulto (los padres), pues no tienen recursos propios ni posibilidad de obtenerlos. Su dependencia de los progenitores es absoluta. Por tanto, los descuentos para niños no constituyen discriminación por edad. Más aún, el no ofrecer esos descuentos se podría entender como discriminación contra los adultos responsables de esos niños.
Por supuesto, el precio para adultos debería ser el precio único para toda persona adulta, ya sea hombre o mujer, sea de la edad que sea previa a la jubilación. Por tanto, esos dos tipos de descuentos para «jóvenes» y para «señoritas de 18 a 28 años» constituyen un ejemplo repulsivo de machismo y discriminación por edad, que una vez más pone de manifiesto la necesidad de una legislación específica contra este tipo de discriminaciones.