Reducciones fiscales de hasta el 50% en Baleares a los menores de 35 años que compren su primera vivienda, y reducciones en otras áreas fiscales a menores de 30 años; 250 euros a quienes cumplan 18 años; la propuesta de Yolanda Díaz de dar 20.000 euros también a quienes cumplan 18 años… En este país son innumerables ese tipo de medidas o propuestas, que en EE.UU. y otros lugares están prohibidas por ley.

Aquí la vida de unas personas vale más que las de otras… meramente por su edad, algo similar a lo que pasaba en la Alemania nazi: unas vidas valían más que otras.

Muchas personas no han podido adquirir su primera vivienda antes de los 40 años… ni a los 50 ni a los 60, y en algunos casos nunca. Pero tienen que financiar con sus impuestos esos privilegios para otros por su edad. ¡Y es que es tan bonito que ya desde jóvenes puedan tener su propia vivienda y disfrutar más de la vida! Los demás, los mayores, sus aspiraciones, sus ilusiones, sus proyectos… no les importan a estos politicastros ineptos y sin sentido de justicia.

Todo su orgullo es poner en puestos de alta responsabilidad a personas “jóvenes”, quienes, por su natural falta de experiencia, piensan (y en algunos casos incluso dicen abiertamente) que las personas mayores ya no cuentan realmente. Desde su perspectiva, esas son ya vidas pasadas, y su único valor es el de financiar con sus impuestos la felicidad de los jóvenes. Lo mismo con los de edades entre 35 y 60. Su función es ser pagadores para que otros disfruten de privilegios.

A los mayores de 60 años se les envuelve en un trato ñoño y condescendiente, que solo tiene como objeto encubrir el desprecio y la marginación de que son objeto. Se utilizan expresiones falsamente reverentes, como “nuestros mayores” y otras sandeces de ese estilo, y se presenta siempre el cliché del “anciano” caminando torpemente con el bastón, como si ese fuera el único tipo de persona de edad. O, más bien, empeñados en que lo sea, en mantener ese cliché a toda costa.

Una clase política inepta y/o malintencionada habla de la alta tasa de paro juvenil (el 29% en España). Pero engañan una y otra vez con esas estadísticas. Las estadísticas de “paro juvenil”, según convenio internacional, incluyen solo y exclusivamente a las personas de edades comprendidas entre los 18 y 24 años (no hasta los 30 o 35 años, como sutilmente se nos induce a creer con esas medidas discriminatorias).

La tasa de paro juvenil (18-24 años) es en todos los países entre el doble y hasta el triple que la tasa de paro general. En Francia, por ejemplo, donde la tasa de paro general es del 6,5%, la tasa de paro juvenil está en el 18% (2022), y lo mismo ocurre, con muy ligeras variaciones, en todos los demás países de la UE y en EE.UU. España no es una excepción. Y esas medidas discriminatorias que llevan décadas aplicándose no han servido para nada, excepto para intentar sobornar el voto joven.​

Tenemos la tasa de paro juvenil más alta de Europa simplemente porque tenemos la tasa de paro general más alta de Europa. Y eso no se soluciona saltándose las reglas del juego. Una persona entre 18 y 24 años acaba de entrar en el mercado laboral, está en proceso de adquirir experiencia profesional… y eso es lo que explica la tasa de paro de ese grupo de edad. Son meiddas estructurales lo que se necesita: una legislación que garantice que las personas en proceso de formación y adquisición de experiencia profesional -sea cual sea su edad- tiene acceso a puestos de trabajo adaptados a su nivel de experiencia y dignamente retribuidos.

La tasa de paro de una persona de 29, 30 o… 34 años no es ni muchísimo menos esa alta tasa de paro juvenil (18-24 años) con que se intentan justificar sistemáticamente las medidas de privilegio para los “jóvenes.” Se nos está engañando.

Todas la personas, todas, tienen derecho a ver realizados sus sueños y proyectos, tengan la edad que tengan, sin que se les robe el fruto de su trabajo para que sean los sueños de otros los que se cumplan… solo por su edad.

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