La discriminación por edad en el ámbito laboral adquiere tintes especialmente preocupantes en el caso del personal militar. A soldados y marineros se les “jubila” a los 45 años, dejándoles su vida económica y familiar, y con ello en definitiva su futuro, dependiente de una pequeña pensión de consolación.

En medio de un clima de discriminación laboral por edad abiertamente fomentado y promovido por los poderes públicos, dejar sin trabajo a los 45 años a decenas de miles de personas es condenarles a una vida muy difícil y sin expectativas de prosperidad.

Los 45 años de edad es una edad muy temprana en que una persona puede todavía dar mucho de sí y construirse un futuro. En España, el clima de prejuicio por edad, insistimos, abiertamente fomentado y promovido con medidas legales por los poderes públicos, convierten a una persona de esa edad prácticamente en un paria.

Una persona que ha pasado los años más productivos de su vida en un servicio de dedicación total a las Fuerzas Armadas, al llegar a los 45 años no tiene la experiencia profesional en otros campos que se le va a requerir para poder integrarse laboralmente en la vida civil.

Poner a una persona de esa edad en la calle y dejarle dependiente de una pequeña pensión es condenarle a una existencia precaria. Un triste pago por sus años de servicio.

¿Por qué la jubilación forzosa (o simplemente despido) de soldados y marineros a los 45 años? La respuesta es: Puro prejuicio sin fundamento en la realidad.

Una persona a los 45 años y más puede mantenerse en óptimas condiciones para cumplir con los requisitos de la vida militar. Y más aún tratándose de personas que han estado sometidas a un estricto régimen de vida y ejercicio durante años. Tan sólo basándose en el puro prejuicio se pueden llevar a cabo esas jubilaciones masivas por edad. Cualquier despido o jubilación debe estar basado en pruebas individualizadas de aptitud.

El prejuicio de edad que domina en la sociedad española, alentado por el discurso y legislaciones discriminatorias que emanan de la clase política, se combina para ofrecer un horizonte sin esperanza a millares de personas en el ámbito militar.

Es necesario denunciar ante la opinión pública el prejuicio por edad como infundado e injusto y abolir las medidas discriminatorias para que ninguna persona en el medio militar sea injustamente “jubilada” a los 45 años. Y hay que eliminar el prejuicio de edad en las leyes para que quien, voluntariamente o por no superar unas pruebas individualizadas de aptitud, abandone el medio militar pueda integrarse fácilmente en la vida civil sin ser objeto de discriminación por su edad.

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